Recuerdos 2017: UN PASEO POR AZROU



Por Jesús Mesa

No es fácil sacar tiempo para contemplar y pasear durante un raid, pero cuando visitas un país diferente merece la pena el esfuerzo por conocer, aunque sea un rato, la cultura y las gentes que lo habitan. Hoy precisamente ese tiempo se ha dado al pasar por Azrou, un pueblo enganchado en las laderas del medio Atlas. A su paso, teterías, panaderías, gasolineras y todo tipo de comercios invitaban a hacer una parada. Al menos por necesidad, ya que tanto hoy como mañana viajamos en autonomía total y no debe faltar nada.



Pero si te das un paseo, es posible que encuentres buena parte de la esencia de las personas que muchas veces solo podemos saludar desde nuestros coches sin saber quienes son, cómo piensan y por qué actúan de una forma o de otra.

Si te das un paseo, es posible que te encuentres a Sidi Mohammed, un vendedor de textiles con un castellano muy pulido, según él de haber leído a García Marquez, Machado y García Lorca.

Si no sólo lo saludas y prosigues tu camino, sino que le pides ayuda porque necesitas una tienda de móviles que te resuelva un problema, es posible que Sidi te ayude acompañándote a dicha tienda que casualmente está pegada a su propia tienda de alfombras, chilabas y pañuelos. El amable señor de la tienda de móviles te resolverá el problema en menos de un minuto mientras hablas con Sidi y te invita a un té en su fábrica insistiendo en que no es para que compres, sólo para darte una tarjeta de su negocio y que lo promociones en tu país.

Si sigues por este camino, entablarás con Sidi un interesante diálogo sobre turismo, turistas, venta de productos, comisiones de intermediarios, etc. Mientras, caminaréis hacia su "taller", que realmente es un almacén con toda su mercancía, y en el camino podrás observar calles y rincones especiales, diferentes de lo que estás acostumbrado.

Si has decidido confiar en Sidi para que te lleve a su taller, descubrirás una cara diferente a la que se puede ver desde el asiento de tu coche, y tendrás la oportunidad de convivir y descubrir un código social nuevo.

Sidi, que insistirá en que no estás ahí para comprar, mandará a su ayudante a preparar un té mientras él presume sus trabajos. Sobre un suelo de baldosas de tablero de ajedrez comenzará a desplegar alfombras de todos los colores a la vez que la luz de la calle se cuela a través de la preciosa herrería de las ventanas y proporciona a sus productos un misticismo muy atrayente.

Ya no hay vuelta atrás, así que disfrutarás del té mientras él muestra sus gamas y tú curioseas su modo de vida, su lugar de nacimiento o le preguntas todas las cosas que te pasan por la cabeza acerca de esta cultura de la que inevitablemente ya estás rodeado. Él contestará, aunque brevemente porque sigue ocupado con su labor de desplegar alfombras.

Tú le dirás que ya es hora de irte, y aunque notarás en su semblante cierto aroma a decepción, Sidi se mostrará correcto y educado, como un perdedor que demuestra completa deportividad. Y tú empatizarás y serás igual de amable. Nunca sabrás qué piensa Sidi realmente, pero te irás de ahí contento de haber tomado la decisión de aceptarle un té. Porque sabrás que con esta mínima experiencia ya te has acercado un poco más a entender a las personas que ofrecen su bello país para que tú puedas disfrutarlo a lomos de tu Santana.