Texto: Ayoze Álvarez
Traducción: Elvira Avilés
Fotos: Jota Alemán (VER FOTOS)
Ya hay que empezar a contar los kilómetros con el millar como referencia y eso, obligatoriamente, es hacerle pasar penurias al sueño. Sin embargo, nada como sufrir una noche gélida en el desierto marroquí para despertar el espíritu madrugador de la tropa: desmontaje, duchas, desayunos, motores a punto y aún queda un sorprendentemente rato libre antes del briefing para calentar los huesos al sol con un té moruno humeante en la mano. El cielo parece querer firmar una tregua con los Land Rover. Rumbo al sur, navegantes.
La pista se inicia en medio de un amplio plateau que plantea pistas rápidas y colores ocres. Cambia el tablero y por lo tanto el juego, es muy fácil perderse entre los zigzagues de los trazados entre pistas. La lluvia ha dejado barrizales por los que soltar tensión. Sobre los mapas, el convoy cruza y vuelve, enhebrándose como una aguja a la línea imaginaria que divide Fez-Mezquinez y Draa Tafilalet, dos de las doce regiones en las que se reparte el país. Jugamos con el discurrir del Oued Muluya, rodando junto a él, cruzándolo.
Entramos en pistas rotas, lentas y llenas de pasos quebrados o caminos rasgados por el agua que castigan ballestas y supensiones de los Santanas y los Defenders. Lumbares de los ocupantes de unos y de otros sufren diferente, por eso los modelos se miden en clasificaciones diferentes. Por los caminos corre la noticia de que tanto el equipo #14 como el #24 han vuelto a sufrir el castigo de las mismas averías de ayer.
Vamos hacia Er Rachidia, la ciudad que brotó del Oued Ziz. Esta tierra fértil está salpicada de pintorescos ksour que llenan de exotismo a las pupilas novatas (y también a las veteranas). El lago Al Hassan Addakhil y su correspondiente campamento nos franquean los últimos kilómetros hacia el segundo campamento, flanqueando el Ziz seco y el vergel verde que lo rodea.
Las jaimas del camp recibirán pronto a los exhaustos navegantes azotadas por rachas de viento que solo disfrutaría el Capitán Haddock y esa mala baba cortante de la lluvia ladeada. Pero eso todavía ellos no lo saben.
STAGE 2 BOULEMANE – AMERSID – ERRACHIDIA
Text: Ayoze Álvarez
Translation: Elvira Avilés
Photo: Jota Alemán
As the cars rolls southward, the landscape gives way to a gigantic white wall: The Middle Atlas looms over the Santanas, Series and Defenders, close and far at the same time, glittering and covered in the brilliant white of fresh snow. Such a stark difference with yesterday’s green and lush surroundings and from the desert everyone expects to see. Another sign of everything this country has to offer.
The teams turn into the off-road part of the day, a track in the middle of a ache colored plateau filled with fast tracks and muddy puddles, a result from the rain that seems to follow the event; the cars zigzag between Fez-Mezquinez and Draa Tafilalet, two of the twelve regions that compose Morocco. The Oued Muluya runs along the tracks, and the Land Rovers rolls among rocky canyons that finally open up to the ruins of Aouli, an old French lead mine which ran from 1928 to the 60s. The old building that composed the exploitation now lay almost forgotten, slowly rotting easy beside the water.
As the day wears on, the tracks become more broken, testing the BALLESTAS and suspension of the Santanas and Defenders. The differences between them translates in a different category for each of them, evening out the playing field. Unfortunately, teams number 14 and 24 are suffering from the same ailments as yesterday and will have to go through the repair shop again tonight.
We approach Er Rachidia, a bustling town around the Oued Ziz, dotted with picturesque ksours. The Al Hassan Addakhil lake accompanies the teams as they arrive at the camping ground. Today is going to be a windy and rainy night, so they better be prepared.
Traducción: Elvira Avilés
Fotos: Jota Alemán (VER FOTOS)
Ya hay que empezar a contar los kilómetros con el millar como referencia y eso, obligatoriamente, es hacerle pasar penurias al sueño. Sin embargo, nada como sufrir una noche gélida en el desierto marroquí para despertar el espíritu madrugador de la tropa: desmontaje, duchas, desayunos, motores a punto y aún queda un sorprendentemente rato libre antes del briefing para calentar los huesos al sol con un té moruno humeante en la mano. El cielo parece querer firmar una tregua con los Land Rover. Rumbo al sur, navegantes.
Se disipan las nubes que durante el día de ayer envolvieron a los Santanas, los Series y los Defender y aparece el enorme muro blanco. El Atlas Medio, cubierto de unas nieves suizas que desafían a la proximidad del verano hielan al viento navajero. Los Santanas se recortan, escoltados por el camel grass y la vista llena el alma, Marruecos siempre paga sus deudas con aquellos que aguantan el temperamento caprichoso del desierto.
La pista se inicia en medio de un amplio plateau que plantea pistas rápidas y colores ocres. Cambia el tablero y por lo tanto el juego, es muy fácil perderse entre los zigzagues de los trazados entre pistas. La lluvia ha dejado barrizales por los que soltar tensión. Sobre los mapas, el convoy cruza y vuelve, enhebrándose como una aguja a la línea imaginaria que divide Fez-Mezquinez y Draa Tafilalet, dos de las doce regiones en las que se reparte el país. Jugamos con el discurrir del Oued Muluya, rodando junto a él, cruzándolo.
Los Land Rover circulan entre desfiladeros de roca que nos abren la puerta a las ruinas de Aouli. Desde 1928 y hasta la década de los 60, la empresa francesa Peñarroya explotó el corazón de plomo de este valle donde miles de mineros ilegales bajaron a la galería apostándose su vida por el pan. Las casas, almacenes y puentes de piedra caliza languidecen ante el paso verde oliva del agua.
Entramos en pistas rotas, lentas y llenas de pasos quebrados o caminos rasgados por el agua que castigan ballestas y supensiones de los Santanas y los Defenders. Lumbares de los ocupantes de unos y de otros sufren diferente, por eso los modelos se miden en clasificaciones diferentes. Por los caminos corre la noticia de que tanto el equipo #14 como el #24 han vuelto a sufrir el castigo de las mismas averías de ayer.
Vamos hacia Er Rachidia, la ciudad que brotó del Oued Ziz. Esta tierra fértil está salpicada de pintorescos ksour que llenan de exotismo a las pupilas novatas (y también a las veteranas). El lago Al Hassan Addakhil y su correspondiente campamento nos franquean los últimos kilómetros hacia el segundo campamento, flanqueando el Ziz seco y el vergel verde que lo rodea.
Las jaimas del camp recibirán pronto a los exhaustos navegantes azotadas por rachas de viento que solo disfrutaría el Capitán Haddock y esa mala baba cortante de la lluvia ladeada. Pero eso todavía ellos no lo saben.
STAGE 2 BOULEMANE – AMERSID – ERRACHIDIA
Text: Ayoze Álvarez
Translation: Elvira Avilés
Photo: Jota Alemán
A very cold night in the desert makes for an early morning, and the sun rises as the teams wake up and start moving: there’s packing going on, trips from the cars to the tent where breakfast is being served, and even some music. Some are basking in the sun with a steaming cup of sugary moroccan tea, its shining orb a welcome sight after the rain of the previous day.
As the cars rolls southward, the landscape gives way to a gigantic white wall: The Middle Atlas looms over the Santanas, Series and Defenders, close and far at the same time, glittering and covered in the brilliant white of fresh snow. Such a stark difference with yesterday’s green and lush surroundings and from the desert everyone expects to see. Another sign of everything this country has to offer.
The teams turn into the off-road part of the day, a track in the middle of a ache colored plateau filled with fast tracks and muddy puddles, a result from the rain that seems to follow the event; the cars zigzag between Fez-Mezquinez and Draa Tafilalet, two of the twelve regions that compose Morocco. The Oued Muluya runs along the tracks, and the Land Rovers rolls among rocky canyons that finally open up to the ruins of Aouli, an old French lead mine which ran from 1928 to the 60s. The old building that composed the exploitation now lay almost forgotten, slowly rotting easy beside the water.
As the day wears on, the tracks become more broken, testing the BALLESTAS and suspension of the Santanas and Defenders. The differences between them translates in a different category for each of them, evening out the playing field. Unfortunately, teams number 14 and 24 are suffering from the same ailments as yesterday and will have to go through the repair shop again tonight.
We approach Er Rachidia, a bustling town around the Oued Ziz, dotted with picturesque ksours. The Al Hassan Addakhil lake accompanies the teams as they arrive at the camping ground. Today is going to be a windy and rainy night, so they better be prepared.