ETAPA #3 2023. LA MONUMENTAL. - Maadid/Goulmima/Maadid

Texto: Ayoze Álvarez Cartaya
Fotos: Jota Alemán
Traducción: Elvira Avilés

(english version below)

A las 6 de la mañana el plateau sobre el que descansa el campamento ya está iluminado por un sol que aún no ha sobrepasado las montañas del horizonte. En Marruecos la geografía siempre engaña, lo que uno cree que está cerca está más allá de lo lejos. Los equipos ya están hechos a la disciplina diaria que exige la carrera y nadie quiere ser impuntual para llegar al briefing porque ya todos saben que el tiempo no espera por nadie, y menos cuando escasea.



La etapa de hoy es circular y aunque son pocos kilómetros, la navegación puede alargar las horas más de lo debido. Queda patente en la primera parte, donde en las pistas que se borran y se cruzan confunden a los participantes y muchos toman rumbos diferentes, van, vuelven, y se vuelven a perder. Algún coche tira del combustible que lleva en las jerrycan ya que al principio no han pasado por gasolineras. El ambiente está cargado de polvo, una neblina que en Marruecos llaman fes-fes, que condensa aún más el aire y calienta a máquinas y a humanos.
Los equipos que van completando el roadbook de forma correcta se encuentran con uno de los tres primeros monumentos gigantescos que salpican la llanura de Marha, entre Goulmina y Erfoud. Son los conocidos como Monumentos del Alemán. Los equipos se detienen ante la Escalera Celeste para las fotos pertinentes pero los más precavidos siguen avanzando ya que nunca se sabe qué puede acabar deteniendo el avance. Bordean la Espiral Dorada y dejan a su derecha la Ciudad de Orión. En sus retinas quedarán para siempre las obras de Landart que Hannjörg Vorth realizó en estos parajes entre los años 80 y los primeros dos mil.



Las pistas que arañan la ranura permiten marchas largas, cuarta y pedal a fondo, siempre pendiente de que no se cruce un temido oued. Antes de llegar al primer tramo de carretera los Land Rover pasan por Jorf junto a un enorme campo horadado por un curioso sistema de irrigación subterránea llamado khettaras que son ventiladas por unas “chimeneas” de arena que parecen hormigueros gigantes.
La pista se retoma en un oasis en el que algunos coches se detienen para almozar porque lo que viene por delante es tan bonito como traicionero. Un enorme tapete de arena por el que disfrutar dejando una estela de polvo de camino a la Gara Medouar. Los enormes muros de piedra que hay que franquear para adentrarse en esta curiosa formación rocosa en forma de u de gran altura en medio de un plateau tan extenso acongoja cuando se escucha la historia que se cuenta de que en su interior se guardaban a los esclavos negros de África antes de ser vendidos a los portugueses. Dentro, los Land Rover escalan hasta la parte superior donde los balcones afilados se hincan en el aire dejando un precipicio mortal bajo ellos. En algunas de sus cuevas de estas paredes, los lugareños encienden hogueras y almuerzan a la sombra. La estampa de los Land Rover recortados con las vistas desde el mirador que corona la Gara Medouar vale cualquier aventura.



Los coches que han tenido alguna avería mecánica ya están en marcha o de vuelta y el resto se va con el preciado trofeo del recuerdo de uno de los parajes más impresionantes de África, y probablemente del mundo. Más arena y luego carretera. De nuevo al campamento, con la idea de una cena bereber que reponga fuerzas para continuar mañana.

________________


Stage 3 - Maadid / Goulmima / Maadid

Words: Ayoze Álvarez
Photos: Jota Alemán
Translate: Elvira Avilés

At 6 a.m. the plateau on which the bivouac rests is already lit up by a sun that has not yet passed the mountains on the horizon. In Morocco, geography is always deceiving: what you think is close is far away. The teams are already used to the daily discipline that the race demands and nobody wants to be late for the briefing because everyone knows that time waits for no one, especially when it is scarce.



Today's stage is a circular one, and although the kilometres are short, the navigation can make the hours longer than they should be. It is noticeable in the first part of the stage, where the tracks that cross each other confuse the participants and many take different directions, go, come back, and get lost again. Some cars pull from the fuel they carry in the jerrykan, as they have not passed any petrol stations at the beginning of the rally. The atmosphere is full of dust, a haze called fes-fes, which condenses the air even more and heats up machines and humans.
 
The teams that finish the roadbook correctly come across one of the first three gigantic monuments that dot the Marha plain between Goulmina and Erfoud. These are known as the German Monuments. The teams stop in front of the Celestial Staircase for photos, but the more cautious ones keep moving, as you never know what might stop them in their tracks later on. They skirt the Golden Spiral and leave the City of Orion to their right. The Landart works that Hannjörg Vorth produced in this area between the 1980s and the early 2000s will remain in their minds forever.



The tracks that scratch the valley allow for high gears, fourth gear and full gas, always keeping an eye out for the dreaded oued. Before reaching the first stretch of road, the Land Rovers pass through Jorf next to a huge field perforated by a curious underground irrigation system called khettaras, which are ventilated by sand "chimneys" that look like giant anthills.
 
The track then resumes at an oasis where some cars stop to take a break because what lies ahead is as beautiful as it is treacherous. A huge carpet of sand on which to enjoy leaving a trail of dust on the way to the Gara Medouar. The huge stone walls you have to negotiate to get inside this curious u-shaped rock formation in the middle of such a vast plateau, and the story that black slaves from Africa were kept inside before being sold to the Portuguese, is distressing to hear. Inside, Land Rovers climb to the top where sharp balconies plunge into the air leaving a deadly precipice beneath them. In some of the caves in these walls, locals light bonfires and eat lunch in the shade. The sight of the Land Rovers silhouetted against the view from the lookout at the top of Gara Medouar is worth any adventure.



The cars that have had a mechanical breakdown are already on the road or on their way back, and the rest leave with the precious trophy of the memory of one of the most impressive landscapes in Africa, and probably the world. More sand and then road. Back to the bivouac, with the idea of a Berber dinner to replenish our strength for tomorrow.