ETAPA #2 2023. LA LLEGADA AL DESIERTO. Talsint/Bni Tadjite/Maadid

Texto: Jesús Mesa
Fotos: Jota Alemán
Traducción: Elvira Avilés


(english version below)

Tras dos días intensos, la segunda etapa se promete un poco más relajada que las anteriores. Rodamos al sur, rumbo a Maadid y a Erfoud. Tras el briefing matutino, esta mañana salen primero los dorsales impares.



La etapa es corta: 215 km. Los primeros son carretera. Atravesamos Talsint, la población más cercana. Los coches que no aprovecharon para repostar en la última gasolinera de la etapa anterior tienen una oportunidad ahora. El tiempo perdido repostando hay que recuperarlo y abandonar rápido el Plateau de Rekkam y afrontar el Col d’Belkassem. Este paso es pura piedra. Subimos lentamente y bajamos más lentos aún, reductora y primera. Los escalones rocosos son afilados y de ángulos rectos. Hay que esperar que los roces y los golpes de los Land Rover no tengan consecuencias graves, apretar los dientes y seguir.
 
Una vez aliviados, los equipos aprietan el acelerador por la pista rápida pero pedregosa. Los pasos de los oueds abren baches que aparecen de repente y obligan al conductor a tomar decisiones rápidas porque acelerar o frenar de más marca la diferencia entre una historia que contar o una tragedia mecánica bajo el sol. La caravana se va desmenuzando en grupos pequeños que ruedan rápido envueltos en su propia estela de arena o en coches solitarios que no ven a nadie en kilómetros a la redonda.



Volvemos a carretera. Una pintoresca y fotogénica carretera que circula en paralelo al Oued Muir a su paso por la Región de Tafilalet. La zona está repleta de palmerales y en las colinas se levantan ksar rosáceos y de adobe. Desvío a pista y, entonces, la esperada (por algunos) y la temida (por otros) arena. Las primeras dunas se presentan a los participantes clavando a muchos de ellos a la vez. A mediodía, con el sol en lo más alto, y en un radio de menos de medio kilómetro, los equipos palean arena de delante de las ruedas. Si no hay pala, pues con la mano. Otros sueltan las planchas a ver si con esa solución les basta. Hay que ayudarse y los distintos idiomas intentan entenderse, y si no, siempre queda la mímica. Todo el mundo conoce el gesto de palear. Un Santana 88 se queda embarrancado en una duna y antes de que vuelque es eslingado por tres equipos diferentes. Es sólo un ejemplo, alrededor las situaciones son similares.



Después de los primeros pasos de arena los ánimos son diferentes. Habiendo pasado (ya sea con nota o con suspenso) la primera prueba, lo siguiente se afronta de otra manera. Los que no sabían cómo enfocar la arena, ya saben, por lo menos, lo que no tienen que hacer. Cruzamos un enorme oued seco, con piedras de tonos blanquecinos que contrastan con todo lo visto anteriormente y volvemos a ascender por pistas pedregosas pero rápidas, con un ojo siempre puesto en las sorpresas que puedan aparecer. Aceleramos en las pistas más anchas y llanas de toda la etapa y, otra vez, escalones de piedra. Esta vez no son tan pronunciados, pero hay que poner primera en más de una ocasión. Entre esos escalones, pequeños pasos de arena. Parar, reductora y revoluciones arriba.
La última baliza se encuentra en la rambla donde se recuerda, con una desgastada lápida de piedra, la historia de Marius-Louis, un representante de Citroën asesinado en una escaramuza en las guerras tribales de 1933. Por ello, se conoce esta pista que lleva a Erfoud como la Pista del Francés.



La pista se va abriendo en un ancho plateau con muchas alternativas paralelas y al final, en el horizonte, se divisan unas carpas blancas y unas banderas amarillas. Una zona de descanso bellísima que parece hecha exclusivamente para los Santana, los Defender y el resto de la vieja familia Land Rover.
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Stage 2. Talsint / Bni Tadjite / Maadid

Words: Ayoze Álvarez
Photos: Jota Alemán
Translate: Elvira Avilés

After two intense days, the second stage promises to be a little more relaxed than the previous ones. We head south towards Maadid and Erfoud. After the morning briefing, the odd-numbered teams start first this morning.



The stage is short: 215 km. The first few kilometres are on paved road. We pass through Talsint, the nearest town. The cars that didn’t refuel at the last petrol station of the previous stage have a chance to do so now. This lost time has to be made up, and we quickly leave the Plateau de Rekkam and tackle the Col d'Belkassem. This mountain pass is pure rock. The teams climb slowly and descend even slower, low range and first gear. The rocky steps are sharp and right-angled. We have to hope that the friction and bumps from the Land Rovers do not have an serious consequences. The teams grit their teeth and carry on.

Once this part is done, the teams press down on the accelerator on the fast and stony track. The oueds open up potholes that appear suddenly and force the driver to make quick decisions, because speeding up or slowing down too much makes the difference between a story to tell or a mechanical tragedy under the sun. The caravan breaks up into small groups that roll fast in their own sandy wake; other cars roll on their own, no one for miles around.




Back on the road. A picturesque and photogenic route that runs parallel to the Oued Muir as it passes through the Tafilalet Region. The area is full of palm groves and the hills are dotted with pink and adobe ksars. We turn onto the track and then the expected (by some) and feared (by others) sand. The first dunes present themselves to the competitors, pinning many of them down at the same time. At midday, with the sun at its peak, and within a radius of less than half a kilometre, the teams shovel sand from the wheels. If there is no shovel, they shovel by hand. Others use their plates, to see if that is enough for them. You have to help the other teams, and the different languages try to understand each other, and if not, there is always mimicry. Everyone knows the gesture of shovelling. A Santana 88 gets stuck on a dune and before it capsizes, three different teams sling it out. This is just one example, but the situations are similar all around.
 
After the first sand passages, the mood is different. Having passed (either with flying colours or a fail) the first test, the next one is tackled in a different way. Those who didn't know how to approach the sand now at least know what not to do. We cross a huge dry oued, with stones in whitish tones that contrast with everything we have seen before, and we climb again on stony but fast tracks, with an eye always on the surprises that may appear. We speed up on the widest and flattest tracks of the whole stage and, once again, there are stone steps. This time they are not so steep, but you have to brake more than one occasion. In between these steps, small sandy passes. Stop, downshift and rev up.
 
The last marker is located on the watercourse, where a worn stone slab commemorates the story of Marius-Louis, a Citroën representative killed in a skirmish during the tribal wars of 1933. This is why this track leading to Erfoud is known as the Frenchman's Track.



The track opens out into a wide plateau with many parallel alternatives, and at the end, on the horizon, you can see white tents and yellow flags. It's a beautiful rest area that looks like it was made exclusively for Santanas, Defenders and the rest of the old Land Rover family.